Cuando el dulce rostro de Cristo en la tierra camina entre nosotros…
Inserita il: 24/03/2013
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“Recen por nosotros, recen por mi” fueron las palabras del entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio antes de viajar para el Cónclave. Como pueblo de fe rezamos para que el Espíritu Santo nos donara un pastor según el corazón del Señor.
Cuando el 13 de marzo a las 15 horas de Argentina vimos la fumata blanca sentimos palpitar el corazón: “Habemus papam”. La Iglesia ya tenía un nuevo pastor que escuchó: “Si me amas…apacienta”. Esperábamos el nombre en medio de un mar de especulaciones y vaticinios.
Y cuando escuchamos el nombre, nuestro corazón palpitó con más fuerza y dio paso a una alegría enorme. Este nuevo Pastor era conocido y mucho. Este Pastor caminó en nuestra tierra. Un pastor que año tras año esperó a la multitud de jóvenes que peregrinaban a Luján para visitar a la Madre de Dios y escuchar lo que nos decía: una constante invitación a trabajar por los pobres, por la paz y la justicia.
Un pastor que celebró cada Jueves Santo lavando los pies de hombres y mujeres de las villas, a los cartoneros, a enfermos terminales, a pobres; enseñándonos que el servicio no sólo se predica sino que se vive.
Un pastor que acompañó a su diócesis en lo cotidiano, por lo que lo podíamos ver viajar en subte o en colectivo para ir a la curia o a una misa en una iglesia de barrio. Amigo del mate, del fútbol y del culto a la amistad, muy propio de estas tierras.
Un pastor, que firme en sus convicciones, escribía las presentaciones y los prólogos de los libros de sus amigos rabinos de Buenos Aires.
Un pastor que estaba siempre al lado del que sufre, prójimo de los que habían vivido algunas de las tragedias ocurridas en la ciudad (el incendio de Cromagnon donde murieron 190 personas o el accidente de trenes que costó la vida de 52 personas), prójimo de los que eran víctimas de la trata de personas o del trabajo esclavo, flagelos que denunció con decisión.
Un pastor con una sabiduría y una elocuencia muy alta, pero muy simple y sencilla, para que todos los hombres de buena voluntad pudieran entenderlo. Que denunció siempre las desviaciones y los atropellos del poder de turno, con firmeza y con espíritu de diálogo, incluso frente a los que lo acusaban de lo contrario en su época de superior provincial de la Compañía de Jesús.
Un pastor que acompañaba a sus sacerdotes, sosteniéndolos en sus pastorales, escuchando y defendiéndolos con paternal solicitud. Un pastor sencillo, humilde, de rostro afable y sereno. Esa tarde del 13 de marzo nos saludábamos entre nosotras y con nuestra gente. Lloramos y rezamos juntos donde nos encontrábamos: el colegio, la reunión de grupo, en la calle camino al estudio, en las misas compartidas con el pueblo.
Los recuerdos brotaban a borbotones. Todas las hermanas conocíamos algo, habíamos escuchado o leído sus homilías, algunas conocíamos sus libros. Las hermanas más grandes recordaban sus años como superior primero, y después como rector del Colegio Máximo San José, en San Miguel. Lo que para el mundo era nuevo, diferente, llamaba la atención, para nosotras era cotidiano, cercano y simple. El nuevo Papa es humilde, simple, sin vueltas, nosotros decimos “campechano”, pero ya era así como sacerdote y como obispo de Buenos Aires. Las anécdotas, las imágenes y los gestos “lo pintan de cuerpo entero”.
Ha pasado algo más de una semana. Los corazones van aquietando la emoción para dar paso a la escucha y a la mirada atenta de gestos y palabras. Sentimos que quizá todavía no tomamos conciencia de lo que nos significa su elección, como hermanas y como pueblo de Dios en la Argentina. Sabemos que vienen “aires de cambio” y esperamos poder responder a los mismos.
Agradecemos el cariño y el saludo de muchas de nuestras hermanas que se alegraban con nosotras por esta buena nueva.
Rezamos y seguiremos rezando para que su pastoreo sea fecundo. Sentimos fuerte el compromiso de acompañarlo en lo cotidiano y de seguir la voz de este hijo de Ignacio que no por nada eligió llamarse FRANCISCO, el santo que restauró la Iglesia, el de la pobreza y la humildad.
Sí, nos alegramos con la Iglesia por el nuevo Santo Padre Francisco I y nos alegramos con nuestro pueblo argentino por el gran don con el que el Señor nos visitó. Que Nuestra Señora de Luján, patrona de Argentina lo proteja.
Con alegría,
Hermanas de la Delegación Argentina Bolivia
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vezzolialessandrina
25/03/2013 | 17:07
en comunion de emociones pastorales .de assombro universales continua oracionARRIBA ARGENTINA!!!!!!!!!!alejandrina y comunidad