La alegría de Evangelizar
Inserita il: 01/03/2017
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Misión en Santa Victoria Este (con las comunidades originarias wichi- chorotes)
Del 12 al 18 de febrero se realizó una misión en un lugar periférico de la provincia de Salta, “Santa Victoria Este” un pueblo en el que, en el transcurso del año pasado, lamentablemente fue noticia por el nivel de pobreza que viven nuestros hermanos.
El Párroco, apenas ordenado sacerdote, convocó a las religiosas de la Congregación “Hijas de San Camilo”, para una misión en el lugar, sobre todo en el área de la salud. Fueron las mismas hermanas que nos propusieron a nosotras hacer una misión juntas en la complementariedad de los carismas. Con la participación en todo momento del párroco, Padre Alberto; un sacerdote camilo, Padre Neiber; un diácono, Adrián; 3 hermanas Camilas y una hermana Pastorcita, sumándose jóvenes en contacto con nosotros provenientes de Buenos Aires, Salta y Jujuy, vivimos una hermosa experiencia de Iglesia.
Fue una misión muy enriquecedora donde nos dejamos conducir por el Espíritu que fue el que animó la misión. Una rara mezcla de cansancio y alegría se vivía en el corazón de todos los misioneros por lo que Dios obraba en todo y en todos.
“Está todo por hacer”, dice el Cura Brochero y así lo creemos, que sea éste el inicio de un camino misionero cargado de gestos de amor hacia nuestros hermanos más pequeños. A continuación algunos testimonios de los misioneros:
Al ver solo algunas necesidades muy, muy fuertes, de hambre, sed, vestimenta pero sobre todo de alegría, de amor, de Dios, pienso en cómo tendría que ser el corazón de una hombre; recuerdo la frase que tantas veces nos compartieron las hermanas del Beato Santiago Alberione: “tengan un corazón tan grande como las necesidades del mundo”. En esta oportunidad sólo palpamos necesidades de un pedacito ínfimo de la tierra y me di cuenta que tengo un corazón muy pequeño. ¡Qué gran desafío el ser cristiano!, pude conocer gente que jamás escuchó hablar de Jesús, yo ni me puedo imaginar qué sería de mi vida sin Él, y estos hermanos ni siquiera lo conocen. Por ahí pienso en mi experiencia de joven: tengo una vida muy activa sirviendo al Señor en diversos apostolados; pero pienso cuán grande seria la obra del Reino si gastara mi vida por este pueblo. Es la experiencia de Dios mismo que hace ver la locura de sus caminos; pero es la locura que yo quiero recorrer. Espero que el Señor no deje nunca de incomodarme y cuestionarme.
Lucas Serrano (misionero, 23 años)
Esta experiencia de misión, sin dudas fue muy impresionante, ¡muy fuerte!. Nos encontramos frente a una realidad muy dura y que duele muchísimo, donde se observa mucha desnutrición, pobreza, necesidad no sólo material sino también espiritual, una Iglesia abandonada. Frente a esto, comprendí que no hace falta irse a lugares lejonos u otros países con realidades duras para poder aportar mi granito de arena, sino que a nuestro lado, en esta partecita de Salta, hoy hay muchos hermanos nuestros que tanto necesitan. Seguramente en imágenes podrán ver muchos de los momentos compartidos allá y les harán sentir lo que nosotros también pudimos experimentar; pero en resumidas palabras esta misión fue un darse por entero en estos días, aventurándonos en lo que el Señor quería que sucediera allí. Y que sin dudas su obra en ese lugar fue muy linda. Es una alegría saber que Dios no abandona a sus hijos y que sale a nuestro encuentro siempre, como lo hizo en Santa Victoria reavivando a su misma Iglesia y tocando el corazón de las personas. Esto y más son las cosas que han ensanchado mi corazón dejándolo con muchas ganas de regresar, aportando lo poco o mucho que uno puede dar. Agradecida a Dios por tan grande y linda experiencia como también a todas las personas que han puesto su granito de arena, ya sea con sus donaciones que sin duda han llegado a las manos correctas que precisaban lo que nos han donado, y a todos los que nos han acompañado desde la oración ya que ésta se ha hecho sentir en todo momento. Me quedo con una frase de Madre Teresa de Calcuta que dice: “Ser lápiz en las manos del Escritor, ya que Él es quien escribe”... Sólo basta decir SI y confiar en su obra porque después Dios sabe el cómo, cuándo, dónde y por qué. (Evelin Villarroel (misionera 21 años).
«Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso y te alojamos, desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte? Y el Rey les responderá: “Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo”» (cfr. Mt 25,37-40). Ahora que concluyó la misión y miro hacia atrás, veo una lluvia de gracias que cayó sobre mí. Y es también ahora que Contemplo como el Señor te lleva a donde nunca pensaste que estarías. Y es así como comienza esta gran aventura: con una propuesta del Señor y una aceptación. Hay tanto para contar y tanto para dar gracias, pero solamente quisiera compartir en esta oportunidad dos experiencias que marcan un hito en mi vida.
“El encuentro con Oscar”
Oscar es un hombre de 36 años aproximandamente. De una comunidad ‘wichi’ llamada San Lorenzo, que hace unos años sufrió una parálisis y que con el tiempo se fue recuperando, quedando actualmente con una pierna paralizada (razón por la que se encuentra en una silla de ruedas). La situación en la que vive es muy precaria, y poco saludable. A pesar de que su realidad era muy triste por la forma en que vive, (es má, cuando charlamos, me contó que no había comido, porque no tenía), él es un hombre de fe que da gracias y pide constantemente al Señor, que lee su Palabra y la medita, que encuentra alegría estando junto a Él. Hubo un momento en el que nos compartía su Biblia (traducida al ‘Wichi’) y estando sentado alrededor de él, vi que era el mismo Señor que se hacía presente en Oscar. En su pobreza, en su paz, en su sencillez, en su alegría y sobre todo en su fe.
Y una vez más me termina misionando a mi antes que yo a él….
“El encuentro con Rosa”
Rosa es una joven de aproximadamente 24 años, de una comunidad ‘wichi’, muda y que no logra caminar. Cuando nos vio llegar desbordó de alegría, sonriendo y haciendo gestos de felicidad. Luego, nos sentamos alrededor de ella y estando en frente, pude ver la pureza y ternura en su mirada que atravesaron mi corazón. Después de cantar y de estar con ella, nos toca despedirnos. Cuando me toca despedirme, me acerco, pero ella se me adelanto, me agarró la mano, y la besó. En mi ser, sentí una sensación de alegría y plenitud, sentí que el mismo Dios estaba frente a mí, tomándome de la mano.
Y así fue como Dios me llevó allá para encontrarse conmigo y yo con Él, en los más pequeños de mis hermanos.
(Franco Cortez, misionero, 23 años)
Hna. Mariana Basualdo
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Marcelo
02/03/2017 | 12:24
Gracias por compartir esta gran alegría de llevar el Evangelio y ayuda a nuestros hermanos más vulnerables. Bendiciones a todos por este gran gesto y testimonio de Amor...
Que siempre nos sintamos interpelados por el deseo misionero;
Como decía el Apóstol Pablo, Apóstol de las gentes, anunciar el Evangelio es para mí una necesidad imperiosa. ¡Ay de mí si no predicara el Evangelio! (1 Cor 9:16)
Dios Bendiga abundantemente esta misión, a toda esta comunidad de Santa Victoria Este y de frutos al ciento por uno!! :)
