Misión a Santa Victoria Este – Salta – Argentina
Inserita il: 18/02/2020
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“Yo soy una misión, tú eres una misión,
nosotros somos una misión”
(Papa Francisco)
Del 2 al 8 de febrero realizamos la Misión en Santa Victoria Este. En medio de una crisis socio-sanitaria que atraviesa el norte salteño pudimos compartir con nuestros hermanos que sufren por el hambre, la crecida del rio Pilcomayo, la desigualdad y el olvido. En medio de todo esto, el Buen Pastor está allí, obrando, sanando, manifestándose como el amor que nunca nos olvida. Los últimos días nos acompañaron amigos llevando donaciones para las comunidades más alejadas y facilitando el transporte para su traslado. ¡Gracias a esta gran familia con corazón misionero que posibilitaron esta bendecida misión!
Simplemente les comparto algunos testimonios de las jóvenes que participaron.
¡Hola que Dios los bendiga! Quiero contarles un testimonio que viví en Santa Victoria Este. En estas vacaciones de Febrero junto con una hermana y unas amigas fuimos a compartir con nuestros hermanos ‘wichis’. Fue la experiencia más fuerte de mi vida. La realidad es muy triste. La pobreza es extrema y las condiciones en las que viven son infrahumanas debido a que sus derechos fundamentales, a tener una vida digna se ven restringidos ya que ni siquiera tienen agua potable, alimentos, educación y salud. Como sociedad no podemos pasar de lado esta gran injusticia que se está cometiendo en nuestra provincia de Salta. Nuestros hermanos aborígenes tienen dignidad y derechos fundamentales debemos exigir que se les respete.
Quiero comentarles que mi corazón se llenó de alegría al ver la generosidad y el amor con el que nos recibían. Fueron tan bondadosos con nosotros que nos sentimos familia con ellos.¡No es cierto que los aborígenes no cuidan a sus hijos! Tendrían que haber visto la preocupación que tenían cuando uno de sus niños se enfermaba.
Ellos, sin tener nada, nos entregaron todo su amor y permitieron que compartamos unos hermosos días con ellos. Nos regalaron sus artesanías y nos abrazaron. Me llevo de ellos sus hermosas sonrisas y su fe tan firme. Fue impresionante ver cómo, a pesar de esta triste situación en la que viven, agradecían a Dios con tanta pasión. Realmente ellos son evangelios vivos para nosotros y grandes ejemplos de santidad para nuestra vida. Pude ver el rostro de Jesús a través de ellos y cómo Dios los sostenía con su misericordia. Reflexionando estos días, considero que nosotros somos realmente los pobres de corazón porque teniéndolo todo; derrochamos y no valoramos. Por lo tanto quiero invitarlos a que seamos agradecidos con Dios por la vida, el trabajo, la familia y por todo lo que tenemos en nuestras vidas. También quiero llamarlos a que tomen conciencia de cómo viven nuestros hermanos ‘wichis’ para ayudarlos desde nuestro lugar no solamente con donaciones de ropa sino también con la oración para que nuestro Señor Jesús envíe a este lugar muchos obreros para trabajar por ellos. Pidamos un sacerdote fijo para Santa Victoria Este y el compromiso de laicos que se animen a entregar su vida por los más necesitados y vulnerables.
(María Belén ,18 años)
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Este mes de febrero tuve la hermosa oportunidad de ir a misionar a Santa Victoria Este, no sabía con qué me iba a sorprender Dios. Viajamos 7 chicas acompañadas por la Hna. Mariana. A lo largo de la misión tuvimos la oportunidad de visitar las familias, el hospital, el merendero que funciona en la casa de las Hermanas Franciscanas y las diferentes comunidades. Tuvimos momentos de oración, de recreación, de actividades con los niños y la Celebración de la Palabra todas las noches, continuando con el rezo del rosario por las calles. En la comunidad no hay sacerdote, por lo que hace falta gente en la parroquia, aún así fuimos bien recibidas en las familias donde pudimos compartir la vida, la Palabra, rezar juntos. Por las tardes era el momento de compartir en el merendero y con los niños en la parroquia. Los dos últimos días fuimos a visitar algunas comunidades ‘wichis’ donde abunda la pobreza pero sobre la fe, pudimos compartir, conversar, cantar, rezar, llevamos ropa y alimentos que no eran suficientes para tanta necesidad. Volví con el corazón inundado de admiración por tantas personas que prestan su servicio allí; pero también llena de ganas de seguir ayudando en lo poco o mucho a los que más necesitan. Quedan las sonrisas y las miradas de cada persona a la que visitamos; y también la esperanza de volver a reencontrarlos.
(Belén, 26 años)
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“Tendré mis manos sin cansancio, tu historia entre mis labios, la fuerza en la oración.
Llévame donde los hombres necesiten tus palabras, necesiten mis ganas de vivir”
La paz de estar donde tenía que estar. Gratitud por encontrarme de cara a la realidad y hacerlo con personas hermosas. Impotencia, mucha. Mucha más conmoción. Por momentos el corazón a pedazos. En otros, el corazón explotando de amor. Llegué con muchas preguntas, me voy con muchas más. Cuántas cosas estamos haciendo mal. Qué responsables somos, algunos mucho más que otros. En contraste, cuánta gente poniendo el alma, la vida, involucrándose y alivianando aunque sea por un momento tanto dolor. Mi admiración por ellos, siempre. Cuánta bronca por la hipocresía, la indiferencia y el abandono disfrazado en los medios. Cuánto por hacer, cuánto por rever, cuánto por dejar de hablar desde el sillón de casa y empezar a hacer. Cuántas deudas de amor plasmadas en miles de rostros. Cuánta dignidad robada, sacada y maltratada. Cuántos derechos vulnerados. Cuánta transparencia y autenticidad a pesar de tanto egoísmo, encontrarme ante la demostración de afecto, gratitud y amor más grande. Cuánto por escuchar y cuánto por aprender. El dolor es solo ponderable por quien lo vive en carne propia. Cuánto por replantearnos y empezar a valorar. Jamás nunca en la vida podría juzgar el accionar de alguien que siente hambre todos los días y sólo vive sobreviviendo a tanto dolor. Creo que es hora de reaccionar, arremangarnos y empezar a hacer. Tenemos muchas sonrisas por contagiar. Estamos a tiempo de hacer, aunque sea, eso que está en nuestras manos. Gracias a Dios por permitirme salir de mí para descubrir el mundo más allá de mí. Quedan en mi corazón todas las miradas, sonrisas y momentos. Y sobre todo una misión enorme.
(Martina, 21 años).
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No me queda más que agradecer esta oportunidad de poder compartir una experiencia que cambió mi vida. Tal vez vos que estás leyendo esto, tu llamado no sea ir a cientos de kilómetros a encontrar y hacer tu misión, porque las grandes cosas comienzan con pequeños actos hechos con gran amor, como saludar a tu vecino que tal vez tiene un mal dia o tomar mate con alguien que necesita ser escuchado, visitar a los que están solos, etc. Pequeños actos que empiezan dando lo más valioso que tenemos: NUESTRO TIEMPO, en una sociedad que nos lleva a andar a mil, qué lindo es cuando nos detenemos y compartimos lo que tenemos (sea poco o mucho) con otros. Yo hoy no soy ejemplo de nada, siento que estoy intentando hacer lo que siempre soñé, construir la sociedad en la que quiero vivir, desde mi pequeño lugar de joven, cristiana, hija de un Padre Dios que me ha dado todo. Ojala cada uno desde su lugar se anime a dar este pasito que nos hace tanto bien.
(Yohana, 23 años).
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¿Qué es la misión? Es el encuentro con Dios vivo. Es ir al encuentro de quien ‘primerea‘ y es compartir. Es volver a la esencia de la Iglesia: opción preferencia por los pobres. Ya lo dijo San Pablo luego del primer Concilio de Jerusalén: “Solamente nos recomendaron que nos acordáramos de los pobres “ (Gal. 2,10)
Sólo desde los pobres podemos conocer a Jesús porque Dios está con ellos en predilección. Y entiendo que estar es un proceso de asistir, empoderar y sostener. En la misión en Santa Victoria volví a mirarme y recordar ¿Por qué empecé en mi camino pastoral? La mirada de la gente, su alegría, el dar sin que le pidas es su riqueza y debiera de despertar en nosotros el compromiso de hacer justicia social y convertirnos en protagonistas en el territorio.
(Emilse, 26 años)
Comunidad de Salta
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Sr. Estelita (Australia)
22/07/2020 | 06:08
Mie preghiere per il vostro servizio ai poveri cari sorella Mariana e collaboratrici. Che bella vedere i bambini innocenti e felici. Gesu' vi benedica sempre.
sr Giulietta Ciacchini
01/03/2020 | 17:23
Carissima Suor Mariana e Giovani, che bella missione!
Grazie per la comunicazione. Vi ricordo nella preghiera, il Buon Pastore accompagni e renda saldo in ognuna il desiderio di essere per i fratelli soprattutto i più poveri.
Un abbraccio...
Edit Fassano
20/02/2020 | 20:36
Hermosa misión en esa realidad que duele, pero dónde triunfa Cristo Vivo,seguimos orando por los frutos y para que sean respetados y ayudados.Bendiciones hna Mariana y misioneras
sonia
19/02/2020 | 12:16
Bom demais ver estas fotos e nossa irmã Pastorinha em meio as jovens e as crianças empobrecidas deste lugar afastado da cidade. Bom ver uma Pastorinha com as jovens mostrando o exemplo de uma passagem de "uma zona de conforto para uma Igreja em saída." Deus as abençoe sempre pelas iniciativas com os jovens.
Hna. Raquel Marí
18/02/2020 | 18:49
Querida Mariana,doy gracias al Buen Pastor por esa bella misión, y la oportunidad que dieron de participar a varios jóvenes de la ciudad quienes realmente han quedado tocados por Dios en esta experiencia entre los pobres. Ojalá de ellos algunos se decidan seguir al Señor con mayor radicalidad. Ánimo y adelante